Ocurrió una medianoche a mediados de verano; lucían pálidas estrellas tras el potente halode una luna clara y fría que iluminaba las olasrodeada de planetas,esclavos de su señora. Detuve mi miradaen su sonrisa helada-demasiado helada para mí-;una nube le puso un velode lanudo terciopeloy entonces me fijé en ti.Lucero orgulloso,remoto, glorioso,yo siempre tu brillo preferí;pues mi alma jaleala orgullosa tareaque cumples de la noche a la mañana,y admiro más, desde luego,tu lejanísimo fuegoque esa otra luz, más fría, más cercana.
jueves, julio 05, 2007
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